La Maga y los sueños.

Me encanta despertarme más temprano que ella. Poder mirarla tan serena, tan tranquila, con esa cabeza y ese cuerpo libres aunque sea por un ratito de preocupaciones, autos, arboles, frisos y cargas, perros, vecinos que gritan y pelean, y si, esa cabeza serena, y para ella y para mi, las preocupaciones, los autos, los arboles, los frisos y las cargas, los perros y los vecinos que gritan están afuera, lejos, lejos, y ahí estamos los cuatro, la mañana, el silencio, ella y yo. Y en ese momento me encantaría estar adentro de ella, y que sus sueños se hagan nuestros sueños, y caminar por esa callecita tranquila y fría de Sussex, por esa costa llena pingüinos, o vivir como ayer, y como es un sueño, y en los sueños podemos ir para atrás, para arriba y para abajo, sentarnos en la Plaza y reírnos toda la tarde, y después despedirnos, y morirnos de ganas de volver a vernos, y quizás ahí en ese momento despertarnos los dos y encontrarnos otra vez, y ahí si, esta vez, como ya no estamos en un sueño, mirar para adelante. Pero siempre juntos.